viernes, 29 de julio de 2011

La sal

     - ¡No te olvides de mí!

Ella no lo sabía, pero acababa de pronunciar la frase más innecesaria de su vida.

Para él, pedirle lo contrario habría sido como tener que olvidar el primer golpe de la brisa del mar tras un largo invierno, como dejar de pensar en los más madrugadores rayos del sol sobre la arena, como borrar de su memoria el sabor de la sal en su piel...



No respires la sal del mar,
que ya sabes que todo engancha.
No me pidas que vuelva a hablar
de la vida que pasa.

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lunes, 18 de julio de 2011

Con tu luz del sol. . .

RICARDO VICENTE


Recuerdo aquellos días como si todos hubiesen sido ayer.

Cuando te encontré, fue de una forma tan extraña e inesperada que hoy pienso que aquél fue el mayor golpe de suerte de mi vida. Una simple conversación bastó para que mi primera impresión fuese la de verte tan inalcanzable como esas estrellas fugaces que uno espera toda la noche, pero que pasan tan rápido que al final es imposible pedirles un deseo.

Recuerdo que aquel otoño de 2009 me enganché a dos cosas. A tu existencia y a una extraña canción de uno de mis mayores referentes musicales, Ricardo Vicente. Era una simple maqueta no publicada en ningún disco, no encontraba forma humana de conseguirla, así que decidí tomar el camino más difícil: se la pedí personalmente a su autor, a Ricardo, explicándole que aquella canción estaba marcando esa época tan especial de mi vida y lo importante que era para mí tenerla. Tardó exactamente 14 minutos en contestarme con un email en el que, además, me envió la canción para mí solo, en exclusiva. Cuando le agradecí la enorme cercanía que me había demostrado, me contestó con una frase que nunca olvidaré: Es mejor ser cercano, de cerca se escucha mejor.

Aún hoy da vueltas y vueltas por mi vida una canción, aquélla, que algún día escucharás y que habla de amaneceres, de guardar la memoria en la mesilla, de esas ganas irracionales de llamar tu atención de alguna (de cualquier) manera… Pero, sobre todo, de lo imprescindibles que parecen muchas cosas y lo insignificantes que se vuelven cuando uno se da cuenta de lo que de verdad importa.

Porque te digo la verdad:
hoy estoy bien, mañana mal…
lo que me importa en realidad
es volver a verte.

Hay dos palabras que pueden expresarse de infinitas maneras. Aquella canción, grabada en una maqueta de mala calidad, a fin de cuentas no era más que una forma como cualquier otra de decirlas.

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viernes, 1 de julio de 2011

Y ver pasar los sueños entre las calles…

Dicen que no paramos de soñar. Que cada noche lo hacemos varias veces y de mil formas diferentes, y que lo que recordamos no es más que una pequeña parte de ellos. Hay estudios que cuentan que sólo somos capaces de recordar lo último que soñamos, lo más cercano al despertar.

Cuando era pequeño, tenía uno recurrente. Saltaba por la ventana y, justo antes de llegar al suelo, planeaba y conseguía alzar el vuelo. Ni sé ni me importa mucho saber qué significa este tipo de sueños, ni siquiera tengo ninguno de esos libros que creen que lo saben todo sobre ensoñaciones, deseos, anhelos... Pero sí que recuerdo haberme despertado así muchísimas veces. Con la sensación de haber surcado el cielo.

También recuerdo que, cuando me dolía la garganta, soñaba con bolas llenas de aristas y de picos, y sentía que era eso lo que me hacía daño. Cuando me dormía con dolores ya sabía que iba a soñar con algo así, y trataba de retrasarlo lo máximo posible.

Ahora ya me resulta más difícil saber cada mañana con qué he soñado. Quizá por eso cada vez valore más el hecho de poder recordarlo. Pero la sensación no siempre es buena.

Hace unas semanas, soñé que perdía lo más bonito que tengo. Me desperté de golpe con esta canción en la cabeza, todavía no sé muy claramente por qué. Pero hay algo que sí puedo asegurar. Si vuelvo a amanecer con la sensación de que ella se ha ido de mi vida, no pienso volver a dormir jamás.

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