viernes, 29 de junio de 2012

Si quieres. . .


Hay una idea que llama la atención y que últimamente, casi por inercia, es el centro de todo lo que escribo. Son los que llamo “momentos que valen por toda una vida”.

El tiempo y el lugar no se llevan muy bien. Por eso pasa tan pocas veces que se ponen de acuerdo, pero cuando ocurre nos regalan instantes que al final acabamos recordando toda la vida. Son los momentos con los que se construye una historia, son los momentos que nos hacen sentir de verdad. Y cuando llegan nunca pasan desapercibidos, porque lo hacen dejándote la sensación de que no hay un solo sitio en el mundo en el que podrías estar mejor. Y empiezas a creer en la felicidad, aunque dure apenas cinco minutos.

Hace unas semanas, pude disfrutar de uno de estos instantes. Sobre el escenario, ante un fondo rojo, dos hombres cantaban sobre la adicción a un amor, y entonces yo lo comprendí todo.

Creo que fue así…



Si quieres, facturo el invierno y te saco de golpe Febrero de aquí.
Si quieres, repito contigo esas noches que no se podrán repetir.
Si quieres, te pinto en el aire un abrazo gigante y detengo el avión.
Si quieres, le cambio el horario al destino matando de un beso al reloj.

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miércoles, 27 de junio de 2012

Sígueme. . .

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¡Os espero!
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viernes, 22 de junio de 2012

El verano


Lo que menos me gusta del verano es el calor.

Y lo que más me gusta del verano es…

es…

The sun, the trees, the moon, the sea…
the clouds above hang over me…


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lunes, 18 de junio de 2012

Sobre jarrones de porcelana y mi buena suerte


The world is a bad place,
a bad place,
a terrible place to live…
but I don’t want to die.

Hace pocos días, pude disfrutar del mayor placer que tiene la vida de antiguo universitario: las tardes dedicadas a los amigos que conocí allí. No soy una persona que suela estar siempre rodeada de amigos. Lo sé, lo entiendo y casi nunca lo he lamentado mucho, quizá porque con los años he crecido viendo cómo las personas más importantes para mí cambiaban de colegio, de barrio, de ciudad, de país. El número de amigos imprescindibles en mi vida no llega a las dos cifras, pero tengo claro que las tres personas que había junto a mí esa tarde están en ese grupo.

No somos nada originales, hablamos siempre de lo mismo. Por ejemplo, de los cinco años que pasamos juntos día tras día compartiendo nervios, sonrisas, preocupaciones, ilusiones, tristezas… Compartiendo emociones. Aparecen nombres de profesores que ya casi no recordaba, asignaturas que fui aprobando una tras otra… y entonces empieza a oler a facultad y parece que después de cualquiera de esas anécdotas nos vamos tener que levantar corriendo de la mesa porque empieza ya la clase y tenemos que buscar cuatro sitios juntos. Sé que sienten lo mismo que yo cuando hablan de todo lo que vivimos esos años, lo noto en sus miradas. Jamás me perdonaría perder el contacto con cualquiera de ellos, son simplemente parte de mí.

También hablamos de amor.

No sé si es bueno o malo saber mucho del amor. Yo siempre he pensado que las mejores cosas de la vida son para disfrutarlas, que conocerlas bien no es tan importante y que precisamente en esa ignorancia está a veces la felicidad. Pero durante aquellos dos Nesteas aprendí muchas cosas. Aprendí que puedes dejar atrás toda tu vida por amor, pero cuando al amor le toca compensarte, a veces va y no lo hace. También me hablaron de amores preciosos y trabajados, que como jarrones de porcelana de repente un día aparecen rotos sin saber por qué, y cuando pegas todos los trocitos te das cuenta de que a veces no es suficiente con que las cosas recuperen su forma, porque ni siquiera así vuelve a ser tan bonito como antes. Escuché una historia sobre amores eternos pero nacidos a contratiempo, sobre huidas y peligrosos regresos con el tren en marcha, sobre el esfuerzo por encajar las piezas y sobre las difíciles decisiones que nos obliga a tomar el corazón. Todo esto no son películas ni aparecen en ningún libro, estas cosas le pasan de verdad a personas normales que también al principio pensaron que el amor era para siempre y también lo intentaron hacer de la mejor forma posible. Es importante no perder esto de vista.

Conozco las dos caras del amor. Disfruto cada día de la cara buena, tiene ojos marrones, pelo rizado y cuerpo de princesa. Pero no soy tan inconsciente como para pensar que la cara mala no existe; sé que está ahí, que hay gente que la sufre a diario y que es capaz de nublar los días más claros. Sé de su costumbre por llegar cuando menos se la espera, sé que nadie está a salvo de verla y sé lo difícil que es ser más fuerte que ella.

Por eso, cuando se hizo de noche y mis amigos se fueron, yo regresaba a casa mirando mi móvil: el fondo de pantalla, algunos mensajes… Y en ese instante de soledad que todos necesitamos, pensaba en mi vida, que no es perfecta y tiene rincones sin limpiar, pero que también tiene algo brillante que jamás soñé que podría disfrutar. Algo que se sube cada día a lo más alto de mi montaña de problemas, de ansiedades y de incertidumbres para, desde ahí arriba, gritarme bien alto que soy un chico con suerte. Y sí, por un momento me sentí inmensamente feliz.


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Quiero agradecer a las chicas de eSaOeSa ( http://esaoesa.blogspot.com.es/2012/06/premios-iebster-bog.html ), que por alguna extraña razón me han regalado el premio de haber elegido a Lejos del Paraíso como uno de sus cinco blogs favoritos. ¡Gracias!