viernes, 28 de septiembre de 2012

La derrota


Hasta mamá lo sabía, y cuando se dio cuenta, se echó a llorar, y me pidió perdón y todo, y eso que yo no protesté, no dije ni media, yo, y no se me notaba en la cara, ni de coña, venga, eso son rollos de Mon, cómo iba yo a protestar, si aquí, ahora, no abre el pico nadie... Pues sí, para protestar está el patio, como si no tuviéramos bastante ya... Y eso también es una putada, o sea, no poder protestar, no poder suspender ni una, llegar siempre dos minutos antes de la hora, poner la mesa y esos rollos. Y no es que nos lo haya dicho nadie, pero Mon y yo... No sé, los dos sabemos que ahora no podemos meter la pata, ni siquiera sabemos si podremos volver a meterla alguna vez, y yo a veces pues no tengo ganas de nada, y lo único que me apetece es estar sin misión, tirado en la cama, o liarme a patadas con la puerta de mi cuarto, y no puedo hacerlo, claro... ¡Buah! Vaya mierda de equipo que tenemos este año, como sigamos así nos van a meter catorce. Y tú no eches una mano, déjalo, no te molestes... Yo no sé para qué me empeño... Y como tampoco puedo chillar, ni soltar tacos... Bueno, por lo menos de los gordos, que son los que más consuelan. Hasta que mi viejo se levante y se vaya, que no creo que llegue al descanso, porque ya no mira la tele siquiera... Cuando me he sentado aquí, me lo ha dicho, “no te hagas ilusiones, Rafa, hazte a la idea de que ya hemos perdido”. Y yo no he querido contestarle nada, por si no estaba hablando sólo del partido… 
(Fragmento de Demostración de la existencia de Dios
 relato incluido en la obra Estaciones de paso, de Almudena Grandes)



En épocas raras siempre recurro a los mismos autores. Recomiendo totalmente cualquier relato de Almudena Grandes. Estaciones de paso recoge algunos de ellos, como éste del que hoy dejo un fragmento. Si os animáis a darle una oportunidad, no dudéis en pasaros por buscarlibros.com y encontraréis el mejor precio posible entre todas las tiendas especializadas:

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