(Segunda parte de esto)
Colecciono bolas de nieve. Odio las frases que empiezan por “Pensándolo bien…”. Prefiero caer mal antes que generar indiferencia. Nunca me han gustado las discotecas ni conecto muy bien con eso que llaman “salir de fiesta”. Tengo la manía de oler dos cosas: las hojas de los libros nuevos y las bolsas de Ruffles recién abiertas. Suelo cambiar el color de los cordones de mi calzado porque odiaría cruzarme por la calle con alguien que lo lleve igual que yo. Recuerdo perfectamente mi primer día de colegio, tenía cuatro años y no fui capaz de entender que nadie pudiese traerme a mi hermano para jugar con él. Me gusta el olor a verano pero no soporto el calor. La aplicación que más uso en mi móvil es el Bloc de Notas, lo tengo repleto de frases que se me van ocurriendo, de ideas para relatos, de versos que nunca utilizo… Me encanta cocinar, hay miles de platos que quiero aprender a hacer bien. Regalarme un viaje siempre es buena idea. Hay cosas importantes de la vida sin las que no concibo la existencia, como los batidos de fresa del Vips, los San Francisco, los Fresa Frappé de Faborit, los cocktails con sandía o los granizados (también de sandía) de Llaollao; cuando paso demasiado tiempo sin estas cosas siento una tristeza muy rara. Huyo cuando voy tranquilamente por la calle y veo una cámara de televisión. Me engancho con facilidad a las personas que me hacen reír, y con más facilidad aún a las que me hacen sonreír. Adoro las tiendas de cine antiguo, con carteles viejos y postales de actores. No me suele gustar ver mis fotos. Soy incapaz de dormir en una habitación que no tenga la puerta completamente cerrada. Nunca olvidaré aquel concierto de Luis Ramiro y Marwan. A veces hay que ponerse un poco pesado conmigo para quedar, pero no me molesta nada ese tipo de “pesadez”; lo que nunca hago es ponerme pesado yo para quedar con alguien. Me sienta fatal cuando estoy escribiendo en WhatsApp y la otra persona empieza a escribir. De todas las chicas del mundo con las que nunca he hablado, la más guapa se llama Lourdes Hernández y la llaman Russian Red. Algunas veces intento caminar sin pisar las rayas que separan las baldosas de la calle, o pisando sólo las de un color. Tardo entre diez y veinte capítulos en aprenderme los nombres de los personajes de una serie, a veces más. Hay días en que quisiera saber lo que algunas personas de mi vida esperan de mí; otros días me da miedo. Me encantan las bodas. Nunca sé qué decir cuando me hablan de mis pestañas. Creo que las cosas saben mucho mejor en vaso de cristal y con hielo. Sólo he ganado una vez a los bolos, pero me encanta jugar. Sin las series japonesas de animación, mi infancia y mi vida no habrían sido lo mismo. Quizás últimamente esté exigiendo demasiada inteligencia a las personas. Voy tan a mi bola que es extremadamente difícil verme enfadado o discutiendo con alguien, lo cual suena muy bonito pero a mí me parece un gran defecto. Recomendaría a cualquiera mi película favorita, pero a muy poca gente mi libro preferido. No creo en quien no cree en la magia. Me siento incómodo en grandes grupos, por eso cuando salgo casi siempre es con una o dos personas. Hasta yo me sorprendo de mi facilidad para los idiomas, pero tengo problemas en lo más importante: utilizarlos cara a cara. Todavía escribo y envío cartas, christmas, postales... Creo que Kiko Mizuhara tiene la cara más “Lejos del Paraíso” que he visto en mi vida, y por eso la elegí como imagen de este blog y de la página en Facebook. No soporto ir por la calle muy cerca de los que van justo delante, necesito espacio ante mí al caminar. Aún compro películas y series en DVD. Hace poco me dijeron que mi problema es que estoy enamorado del amor… no me parecieron buenas noticias. Casi siempre pierdo mis apuestas, lo cual es preocupante por lo fácil que soy de provocar para que a la mínima ya me esté jugando algo. La primera letra de canción que me aprendí en inglés fue la de “Thunder Road” de Bruce Springsteen, para mí una de las mejores canciones de la historia. Siempre duermo tapado, aunque sea por una sábana finísima. Amo la NBA. Cuando gasto demasiado dinero en poco tiempo, me autocastigo con un “fin de semana económico”. No me gusta casi ningún concurso de televisión porque odio cuando, al preguntar algo, el concursante no lo sabe y yo sí. Una de mis costumbres más sanas es hacer deporte regularmente, y otra mi vasito de leche de antes de dormir. No me gustaría saber cuándo ni cómo voy a morir, pero eso no impide que a veces me dé por pensar en ello; de momento mi teoría es “atropellado por un coche híbrido de ésos silenciosos”. Es prácticamente imposible escucharme hablar de política. Siempre me ha encantado la música que se hace en Argentina. Lo mío con la corrección ortográfica seguro que tiene un nombre en Psiquiatría. No conozco ninguna chica a quien le quede mejor el pelo corto o recogido que largo y suelto. Cuando viajo en autobuses, trenes, metros… no me puedo sentar en los asientos que miran hacia atrás; además, en el metro busco casi obsesivamente la zona con menos gente del vagón. Llevo toda mi vida abriendo un huevo Kinder cada fin de semana. Soy un loco de las cazadoras, las chaquetas y los abrigos. Pienso que el principal motivo de la infelicidad de la gente está en creer que sólo hay una forma de ser feliz. Hay dos cosas que tengo claras: que soy demasiado inconsciente y que tendría que serlo más. El mejor consejo que me han dado es que para ganar, a veces primero hay que perder. Creo que éste es el videoclip más bonito que existe:
Colecciono bolas de nieve. Odio las frases que empiezan por “Pensándolo bien…”. Prefiero caer mal antes que generar indiferencia. Nunca me han gustado las discotecas ni conecto muy bien con eso que llaman “salir de fiesta”. Tengo la manía de oler dos cosas: las hojas de los libros nuevos y las bolsas de Ruffles recién abiertas. Suelo cambiar el color de los cordones de mi calzado porque odiaría cruzarme por la calle con alguien que lo lleve igual que yo. Recuerdo perfectamente mi primer día de colegio, tenía cuatro años y no fui capaz de entender que nadie pudiese traerme a mi hermano para jugar con él. Me gusta el olor a verano pero no soporto el calor. La aplicación que más uso en mi móvil es el Bloc de Notas, lo tengo repleto de frases que se me van ocurriendo, de ideas para relatos, de versos que nunca utilizo… Me encanta cocinar, hay miles de platos que quiero aprender a hacer bien. Regalarme un viaje siempre es buena idea. Hay cosas importantes de la vida sin las que no concibo la existencia, como los batidos de fresa del Vips, los San Francisco, los Fresa Frappé de Faborit, los cocktails con sandía o los granizados (también de sandía) de Llaollao; cuando paso demasiado tiempo sin estas cosas siento una tristeza muy rara. Huyo cuando voy tranquilamente por la calle y veo una cámara de televisión. Me engancho con facilidad a las personas que me hacen reír, y con más facilidad aún a las que me hacen sonreír. Adoro las tiendas de cine antiguo, con carteles viejos y postales de actores. No me suele gustar ver mis fotos. Soy incapaz de dormir en una habitación que no tenga la puerta completamente cerrada. Nunca olvidaré aquel concierto de Luis Ramiro y Marwan. A veces hay que ponerse un poco pesado conmigo para quedar, pero no me molesta nada ese tipo de “pesadez”; lo que nunca hago es ponerme pesado yo para quedar con alguien. Me sienta fatal cuando estoy escribiendo en WhatsApp y la otra persona empieza a escribir. De todas las chicas del mundo con las que nunca he hablado, la más guapa se llama Lourdes Hernández y la llaman Russian Red. Algunas veces intento caminar sin pisar las rayas que separan las baldosas de la calle, o pisando sólo las de un color. Tardo entre diez y veinte capítulos en aprenderme los nombres de los personajes de una serie, a veces más. Hay días en que quisiera saber lo que algunas personas de mi vida esperan de mí; otros días me da miedo. Me encantan las bodas. Nunca sé qué decir cuando me hablan de mis pestañas. Creo que las cosas saben mucho mejor en vaso de cristal y con hielo. Sólo he ganado una vez a los bolos, pero me encanta jugar. Sin las series japonesas de animación, mi infancia y mi vida no habrían sido lo mismo. Quizás últimamente esté exigiendo demasiada inteligencia a las personas. Voy tan a mi bola que es extremadamente difícil verme enfadado o discutiendo con alguien, lo cual suena muy bonito pero a mí me parece un gran defecto. Recomendaría a cualquiera mi película favorita, pero a muy poca gente mi libro preferido. No creo en quien no cree en la magia. Me siento incómodo en grandes grupos, por eso cuando salgo casi siempre es con una o dos personas. Hasta yo me sorprendo de mi facilidad para los idiomas, pero tengo problemas en lo más importante: utilizarlos cara a cara. Todavía escribo y envío cartas, christmas, postales... Creo que Kiko Mizuhara tiene la cara más “Lejos del Paraíso” que he visto en mi vida, y por eso la elegí como imagen de este blog y de la página en Facebook. No soporto ir por la calle muy cerca de los que van justo delante, necesito espacio ante mí al caminar. Aún compro películas y series en DVD. Hace poco me dijeron que mi problema es que estoy enamorado del amor… no me parecieron buenas noticias. Casi siempre pierdo mis apuestas, lo cual es preocupante por lo fácil que soy de provocar para que a la mínima ya me esté jugando algo. La primera letra de canción que me aprendí en inglés fue la de “Thunder Road” de Bruce Springsteen, para mí una de las mejores canciones de la historia. Siempre duermo tapado, aunque sea por una sábana finísima. Amo la NBA. Cuando gasto demasiado dinero en poco tiempo, me autocastigo con un “fin de semana económico”. No me gusta casi ningún concurso de televisión porque odio cuando, al preguntar algo, el concursante no lo sabe y yo sí. Una de mis costumbres más sanas es hacer deporte regularmente, y otra mi vasito de leche de antes de dormir. No me gustaría saber cuándo ni cómo voy a morir, pero eso no impide que a veces me dé por pensar en ello; de momento mi teoría es “atropellado por un coche híbrido de ésos silenciosos”. Es prácticamente imposible escucharme hablar de política. Siempre me ha encantado la música que se hace en Argentina. Lo mío con la corrección ortográfica seguro que tiene un nombre en Psiquiatría. No conozco ninguna chica a quien le quede mejor el pelo corto o recogido que largo y suelto. Cuando viajo en autobuses, trenes, metros… no me puedo sentar en los asientos que miran hacia atrás; además, en el metro busco casi obsesivamente la zona con menos gente del vagón. Llevo toda mi vida abriendo un huevo Kinder cada fin de semana. Soy un loco de las cazadoras, las chaquetas y los abrigos. Pienso que el principal motivo de la infelicidad de la gente está en creer que sólo hay una forma de ser feliz. Hay dos cosas que tengo claras: que soy demasiado inconsciente y que tendría que serlo más. El mejor consejo que me han dado es que para ganar, a veces primero hay que perder. Creo que éste es el videoclip más bonito que existe:
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