jueves, 25 de junio de 2015

La vida a orillas del Rin


Hace mucho tiempo, en la región de Renania comenzó a contarse una historia acerca de las vidas que nunca vivimos.

En una de las impredecibles curvas del río Rin, se encuentra una enorme roca contra la que de noche chocaban los barcos pesqueros con frecuencia, provocando miles de muertes cada año. La tragedia era tal, que las gentes de la zona comenzaron a atribuir el desastre a un ser mitológico que habitaba en aquella roca.

Y así fue como en las aldeas y los bosques de la región comenzó poco a poco a hablarse de Loreley, una preciosa sirena que enamoraba a los pescadores con canciones que hablaban de un mundo de belleza incomparable y de lo felices que podían llegar a ser si se entregaban a ella. Muchos de ellos, que malvivían vendiendo lo que pescaban y carecían de sueños que fuesen más allá que llegar a casa para cenar un día más, se dejaban convencer por su voz y sus encantos... y, en busca de mundos mejores, en busca de otras vidas, se iban con ella para siempre.


Hoy, el valle del Rin es una zona mucho más tranquila, ya nadie se deja la vida en esa curva del río y Loreley es sólo el nombre de aquella roca, ahora coronada por la escultura de una misteriosa sirena cuya historia poca gente del lugar realmente conoce. Dicen que si hablas con los habitantes de ciertas zonas del valle, te sorprenderás al ver que muchos de ellos son incapaces de concebir que exista mundo más allá de sus propias fronteras. Cuentan que otros muchos saben que la vida puede ser más feliz fuera de ellas, pero se quedan allí por miedo de comprobar que sus sospechas sean ciertas.

Y ahora me estoy dando cuenta de que quizá muchas de nuestras vidas sean justo así. Quizá vivamos pensando en que un canto de sirena nos pueda hacer creer en algo más bonito y temamos verlo pasar ante nuestros ojos sin poder alcanzarlo jamás. Tal vez nada nos haga sufrir más que lo que no hemos vivido. Puede que el miedo a creer que podemos ser felices sea más fuerte que el deseo de serlo.


- Life... Life is all right on the Rhine?
- No, but I know I would have nowhere to go.


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