Hay una idea que llama la atención y que últimamente, casi por inercia, es el centro de todo lo que escribo. Son los que llamo “momentos
que valen por toda una vida”.
El tiempo y el lugar no se llevan muy bien. Por eso pasa tan
pocas veces que se ponen de acuerdo, pero cuando ocurre nos regalan instantes
que al final acabamos recordando toda la vida. Son los momentos con los que se
construye una historia, son los momentos que nos hacen sentir de verdad. Y
cuando llegan nunca pasan desapercibidos, porque lo hacen dejándote la
sensación de que no hay un solo sitio en el mundo en el que podrías estar
mejor. Y empiezas a creer en la felicidad, aunque dure apenas cinco minutos.
Hace unas semanas, pude disfrutar de uno de estos instantes. Sobre el escenario, ante un fondo rojo, dos hombres cantaban sobre la adicción a
un amor, y entonces yo lo comprendí todo.
Creo que fue así…
Si quieres,
facturo el invierno y te saco de golpe Febrero de aquí.
Si quieres,
repito contigo esas noches que no se podrán repetir.
Si quieres, te
pinto en el aire un abrazo gigante y detengo el avión.
Si
quieres, le cambio el horario al destino matando de un beso al reloj.
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Si algún día haces un tercer blog llámalo "La aguja en el pajar".
ResponderEliminarDichosa por reencontrarnos ¡al fin! :)
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